Hace algo más de un mes recibí una propuesta de hacer un experimento con un libro. Se trataba de The Obstacle is The Way, de Ryan Holiday. Su lectura ha tenido ciertas consecuencias inesperadas que todavía ando buscando cómo explicar. Sí, lo que sale en la fotografía que acompaña estas líneas es la consecuencia. Un poco radical… ¿No?

The obstacle is the way

Ya escribí una vez sobre estoicismo tras leer las Meditaciones de Marco Aurelio. Pero no me dio tan fuerte como ahora. Le echo la culpa al proceso por el que he pasado durante la lectura de este libro. Si tienes curiosidad sobre ese proceso, he escrito sobre él en el blog de Homo Minimus. Aquí tienes los enlaces.

¿Qué ha cambiado para que acabe marcando mi cuerpo con una frase como esta? El haber tenido la oportunidad de sumergirme en el estoicismo como nunca antes lo había hecho con otra materia. El reflexionar, escribir, transcribir, dialogar… Ha hecho que asimile los principios de esta filosofía y los haya empezado a poner en práctica en mi día a día casi sin pensarlo.

En este libro de menos de 200 páginas (que no es ni de lejos el mejor libro del mundo), he encontrado las herramientas que llevo años buscando en multitud de otros libros. Conforme avanzaba en su lectura tenía la sensación de que en el estoicismo están las respuestas a las preguntas de un joven perdido en el mundo en que vivimos.

Hoy quiero compartir contigo los principales aprendizajes que he obtenido de la lectura. No creo que haga justicia y sea capaz de transmitir todo lo que significan por completo, pero si que puede ser una buena forma de introducción por si tú estás en mi misma situación, en busca de una serie de herramientas y principios que usar para encontrar tu lugar en el mundo.

Los obstáculos como fuente de orientación y crecimiento

La base de los planteamientos del libro es simple. Es una frase extraída de las Meditaciones de Marco Aurelio.

“Lo que impide la acción anticipa la acción. Lo que se interpone en el camino se convierte en el camino.”

En una sociedad en la que nos hemos acostumbrado a que cada vez que nos encontramos con una piedra en el camino que nos impide avanzar lo único que somos capaces de hacer es lloriquear, lamentarnos por nuestra mala suerte para a continuación irnos de fiesta o hacernos un regalito con el que rebajar la tensión interna, la función real que cumplen los obstáculos se ha perdido por completo.

¿Qué quiere decir, en definitiva, que el obstáculo es el camino?

Un obstáculo te orienta

Pocos son los que hoy en día tienen claro hacia donde dirigir sus pasos. Yo soy el primero que anda dando tumbos por ahí.

Sin embargo, cuando te encuentras con algo que te impide avanzar, quiere decir que hay algo detrás de ese bloqueo que realmente quieres.

Los obstáculos son una pista del camino que quieres seguir, aunque no seas consciente de ello.

Puede parecer obvio, pero son incontables las veces que no reconocemos las señales que parpadean delante de nosotros diciéndonos que deseamos algo.

Nos encontramos multitud de problemas de por medio, pero lo único que sentimos es un profundo malestar y seguimos con nuestra vida sin ni siquiera reconocer que lo queremos.

Además, un obstáculo se convierten en algo concreto, un objetivo que superar, que asociado a aquello más grande que quieres conseguir, suponen un pequeño hito que se irá concadenando con los siguientes hasta llegar a tu destino.

Un obstáculo te enseña, te obliga a crecer

Cada obstáculo que tengas que superar pondrá a prueba tus capacidades y conocimientos.

Te obligará a aprender nuevas habilidades o poner en práctica y mejorar las que ya tenías.

Su verdara fuerza motriz es el poder que tienen de mejorar tu condición si aceptas el reto que plantean.

Quieras o no a lo largo de tu vida seguirán llegando a ti innumerables obstáculos. Behind mountains are more mountains. Superar cada obstáculo te hará más fuerte, haciendo más fácil superar el siguiente obstáculo con el que tropieces. Podrás aspirar a cotas mayores.

La receta para superar obstáculos

Pero solo con saber que los obstáculos son una fuente de orientación y crecimiento no basta. El siguiente paso es aprender y poner cada día en práctica el arte de superar obstáculos.

Para ello contamos con tres disciplinas o áreas fundamentales de trabajo: Percepción, acción y voluntad.

Percepción

Cómo vemos y entendemos lo que se encuentra y sucede a nuestro alrededor, junto con lo que decidimos que van a significar esos eventos para nosotros.

Primero hay que ser capaz de darse cuenta de que estás delante de un obstáculo. ¿Cómo?

Los obstáculos sacan nuestro lado emocional. Nos hacen sentir incómodos, tristes, malhumorados…

Clave: mantener los nervios y los sentimientos bajo control.

Para ello hay que intentar ver las cosas como son. No contándonos historias. No pensando más de la cuenta. Despojando de todo tipo de adornos y poesía a las cosas que se te oponen.

Si somos capaces de mantener la compostura y ver el obstáculo tal y como es realmente, podremos encontrar vías para superar ese obstáculo que de otra manera permanecerían ocultas.

Acción

Una vez decidimos qué hacer con el obstáculo, toca ponerse manos a la obra. Mientras no lo hagas los problemas y dificultades se irán apilando a tu alrededor hasta que acabes agotado y derrotado.

No importa lo bien que hayas identificado el problema y definido cómo solucionarlo. Si no haces nada, el problema seguirá ahí.

Por eso es fundamental permanecer siempre en movimiento. Menos decidir y más actuar. La acción es el estado natural del ser humano. O sino piensa en las veces que te tropiezas (literalmente, no es una metáfora) y nuestra mente subconsciente toma el control, lanzando los brazos para detener la caída. ¿Qué hace? ¿Toma decisiones? ¡No! Actúa. Hace algo.

En la vida no importa qué te ha sucedido o de dónde vienes. Lo que realmente importa es lo que haces con lo que te ocurre y con lo que te ha sido entregado.

Voluntad

Esta forma de vivir tiene un desgaste enorme. Para poder superar obstáculo tras obstáculo hace falta una determinación de hierro. La voluntad es nuestra fortaleza interior que ha de permanecer intocable, y de la cual extraemos la energía para mantener la lucha.

Gracias a ella podemos superar nuestras dudas y conflictos internos para entregarnos a tareas más importantes que nosotros mismos.

Voluntad es fortaleza y sabiduría. Nos da la fuerza definitiva para aguantar, contextualizar y encontrar sentido en los obstáculos.

Amor fati

El entender los obstáculos como una forma de orientación y crecimiento es solo una parte del estoicismo. Dentro de las prácticas que se proponen en el libro, reside una constante, que al final supone el núcleo central de la filosofía estoica:

Aprender y entender que hay cosas que no podemos controlar.

Día tras día, en nuestra vida cotidiana nos encontramos muchísimas cosas que están fuera de nuestro radio de acción. No hay nada que podamos hacer para cambiarlas.

Lo que sí depende de nosotros es nuestra respuesta a esas cosas.

Podemos elegir entre protestar y lloriquear, o dejarlo pasar y buscar obstáculos sobre los que realmente podamos ejercer alguna influencia.

Aceptar las cosas que nos pasan, descartando nuestras expectativas.

Por otro lado, las expectativas juegan un papel fundamental en la aceptación de todo aquello que nos ocurra.

Si de partida sabes que hay cosas que pueden salir mal, en vez de dedicarte a soñar despierto con ese final de película, cuando las dificultades y fracasos lleguen la decepción no será tan grande.

Amar todo lo que nos suceda, lo bueno y lo malo, afrontando cada obstáculo con una alegría imperecedera.

Y al final de todo, asumir que para conseguir lo que deseamos debemos amar lo que hacemos y todo lo que ello conlleve, tanto lo bueno como lo malo.

Ante cada dificultad o pequeño éxito, una sonrisa. No hay valor en otra respuesta. Si esto es lo que toca hacer, mejor será que te sientas feliz por ello.

Eso es amor fati. Amar lo que sucede.

Si ha sucedido es porque el destino quería que ocurriera, y estoy contento de que sucediera cuando lo hizo. Por mi parte, estoy destinado a sacar el mayor provecho de ello.