Volvamos por un momento a la clase de matemáticas de 3º de la ESO. Son las 8 de la mañana, estás muerto de sueño, y tienes que hacer un examen. Sabes que las matemáticas no son lo tuyo, pero eres precavido y has estado haciendo una y otra vez los problemas que te han puesto en las últimas semanas, memorizando los pasos clave para cada tipo de problema. Esto está tirado.
Con lo que no cuentas, y mira que ya ha ocurrido unas cuantas veces, es que tu profesor es un sádico hijo de su madre que cuando te entrega la hoja con las preguntas sonríe lleno de una satisfacción perversa al ver como tu cara se descompone porque ninguno de los problemas se parece en la forma a los que tú con tanta destreza habías memorizado.
Te pones al lío, pero te lo han cambiado todo de sitio. No te encuentras. Has vuelto a perder.
Amigo, recoge tus bártulos y lárgate. Aprende a buscar los principios que te permitirán resolver cualquier problema que te pongan por delante.
Métodos puede haber un millón y alguno más, pero principios hay pocos. El hombre capaz de captar principios puede luego escoger sus propios métodos. El que aplica métodos ignorando los principios con seguridad encontrará problemas.”
Ralph Waldo Emerson.
Principios por encima de métodos. Lo tengo grabado a fuego en mi forma de ser y entender el mundo. Y en esta búsqueda de independencia no iba a ser menos. En vez de empezar a seguir los miles de métodos y consejos para encontrar trabajo o ganar dinero fácil me decidí a empezar por lo básico. ¿Qué es lo que subyace a todo lo relacionado con el trabajo y el dinero? Oh. Dios… ¡NO! La economía. Ya la hemos liado.
A ver. Sé que suena horroroso. A mi me lo ha parecido durante años. Pero si no tienes ni puñetera idea de cómo funciona a un nivel básico y simple todo lo relacionado con la creación de dinero y por qué existen los puestos de trabajo que te van a dar de comer no creo que tus (más que probablemente) falsas suposiciones de cómo se encuentra trabajo en este mundo vayan a hacerlo.
Y sí, hablo por ejemplo de la suposición tan extendida de que conocer gente y tener conexiones es lo más importante en todo este rollo. Puede que sí, pero si no tienes los conocimientos necesarios, los principios básicos, no podrás sacarle todo el partido que podrías sacarle a esas conexiones para conseguir tu mayor beneficio. Conocimiento y contactos tienen que ir de la mano, aunque sea el conocimiento de cómo embaucar a la gente para que te paguen por no hacer nada.
Todo lo que viene a continuación está sacado de uno de los primeros libros que he leído para el máster, The personal MBA de Josh Kaufman. Es largo. Muy largo. Pero en él creo que puedes encontrar todo lo básico, los principios fundamentales que te ayudarán a entender cómo funciona el mundillo de los negocios y el dinero. Leelo. Hazme caso, que te abrirá un poquito los ojos sobre como funciona la selva en la que estamos inmersos.
Primera clave: Qué es un negocio
Todo negocio exitoso crea o provee algo de valor *que otra persona *quiere o necesita a un *precio *que están dispuestos a pagar, de tal forma que *satisfaga *las necesidades y expectativas del cliente y provea al negocio de suficientes *ingresos *para que haga que merezca la pena para sus dueños continuar trabajando.
Esta definición es la leche. En ella queda bastante claro lo que es un negocio, los 5 factores fundamentales. Si falla alguno de ellos, no podemos hablar de negocio:
- Creación de valor. Descubrir qué quiere o necesita la gente y hacerlo.
- Marketing. Atraer atención y construir demanda para lo creado
- Ventas. Convertir clientes potenciales, interesados en lo que vendes, en clientes que pagan.
- Entrega del valor. Dar a tu cliente lo que has prometido y asegurarte de que está satisfecho.
- Finanzas. Hacer que entre suficiente dinero para continuar y hacer que valga la pena el esfuerzo (esto último me parece maravilloso)
Pero de estos cinco apartados, el primero es fundamental. Y normalmente nos olvidamos de ello. Típica situación: “Maldita sea, soy la persona que mejor hace la croqueta por las cuestas del pueblo y nadie me quiere contratar”…
Tenlo claro, si no tienes un grupo amplio de personas (o en nuestro caso empresas) que realmente quieren lo que tienes para ofrecer, que lo encuentran lo suficientemente valioso para pagar por ello, tus posibilidades de crear un negocio (o perfil laboral) son muy pequeñas. A esto se le llama la Ley de hierro del mercado. Si no tienes un mercado, no tienes nada.
Es más, pensar en conseguir ganar dinero con habilidades que no estén asociadas a alguna de estas cinco áreas que mencionaba es un poco absurdo. Aunque no quiere decir que no puedas transformar tus habilidades y hacer que con ellas crees algún tipo de valor económico.
Con lo de hacer la croqueta por las cuestas de la ciudad, podrías crear un traje-mopa que sirviera para dejar las calles limpias en muy poco tiempo, por ejemplo. Así a lo mejor (con mucha, mucha suerte) la empresa de limpieza lo encuentra valioso y te pagan por ello.
¿Qué nos mueve a consumir?
Vale, ya tienes claro que la base de todo es crear cosas valiosas para un grupo de gente. Guay. Pero seguramente te haces la misma pregunta que me hice yo en este punto ¿Qué demonios es valioso? Josh Kaufman al rescate con su lista de los impulsos básicos humanos:
- Impulso de adquirir: deseo de obtener o acumular tanto objetos físicos como cualidades inmateriales.
- Impulso de vínculo: deseo de sentirse valorado y querido creando relaciones con otros.
- Impulso de aprender: deseo de satisfacer nuestra curiosidad.
- Impulso de defender: deseo de proteger a uno mismo, a sus seres queridos y sus pertenencias.
- Impulso de sentir: deseo de nuevos estímulos sensoriales, experiencias emocionales intensas, placer, entusiasmo, entretenimiento y expectación.
Estas son las fuerzas que nos mueven. Cualquier cosa que hagas, siempre y cuando seas una persona medianamente normal, puedes encuadrarla en una o varias de estas cinco categorías. Bueno, esto y un par de cosas más: la gente paga por eliminar problemas (tema del que hablaré en otra entrada) y por conseguir mejor estatus.
Lo del estatus es gracioso porque en la sociedad que vivimos muchas veces intentamos esconderlo, por una falsa modestia, pero en el fondo es algo que llevamos programado desde hace muchísimos años.
Los humanos normales nos preocupamos muchísimo por lo que los demás pensarán de nosotros. Nos pasamos horas y horas comparándonos con otros miembros del grupo y cuando aparecen decisiones en las que una alternativa nos sirve para mejorar nuestra posición social, cómo nos percibe el resto, la mayoría de las veces las escogemos.
¿Por qué? Porque en las tribus primitivas los que tenían un mayor poder percibido por el resto podían conseguir satisfacer sus impulsos básicos que mencionaba antes con mayor facilidad. Así de simple. Por eso nos pasamos tantas horas queriendo ser más guapos, más listos y tener más cosas que el resto. Y al final la conclusión a la que llega uno es que esto no es algo ni bueno ni malo. Es inherente a nosotros.
Para cerrar, me gustaría que vieras cómo se aplica esto a un producto real. Piensa en el iPad de Apple (o cualquier otro producto suyo). Para empezar asúmelo, cuando te compras uno es porque te da estatus. Sus productos están pensados para ello. Formas parte de una élite de manzanitas mordidas que pagan 200 pavos para decir al resto silenciosamente qué guay eres.
Además, estás satisfaciendo el impulso de adquirir, de tener más cosas, el impulso de conectarse, porque a partir de ese momento formas parte de la comunidad (o secta) de Apple, el impulso de aprender (muchas veces lo promocionan asociado a sus usos educativos) y el impulso de sentir, ya que te están vendiendo una experiencia.
Y todo esto en un único producto. ¿Entiendes ahora por qué son tan caros sus productos y le fliplan tanto a la gente?
Creo que estos son los principios más básicos a los que uno puede apelar para entender lo que se mueve en nuestras vidas por la influencia enorme que tiene la economía en ellas. La base de todo es el valor. Saber qué encuentra como valioso un grupo de gente determinado, y dárselo a cambio de dinero. Tan simple como eso. Ahora, lo difícil, como bien sabes, es encontrarlo.