Otra semana más que se larga sin compasión y aquí me tienes de nuevo escribiendo sobre lo que he aprendido en los últimos días. Esta vez te traigo algo un poco diferente a lo que he estado escribiendo últimamente. Pero es que he tenido una semana algo extraña, y todo por culpa del último libro que he leido (leer puede ser muy peligroso).
Cansado de libros sobre marketing, economía e historias de esas, acabé tirando de la vertiente más filosófica de la lista de lecturas pendientes del máster. Con un poco de miedo, ya que los libros de Filosofía suelen ser densos y pesados, me acabé encontrando con un libro sencillo y directo, con una aplicación práctica brutal. Un libro perfecto para hacer frente a momentos de incertidumbre. Hablo de las Meditaciones de Marco Aurelio.
Pensarás que me he vuelto loco, que cómo un libro escrito por un emperador romano en el año 121 d.C. puede ser: a) Sencillo y directo; b) Aplicable hoy en día. Si te soy sincero, yo también lo pensaba. Estaba en la lista por la repetida recomendación de uno de los modelos que estoy siguiendo en mi camino, Ryan Holiday.
Pero conforme avanzaba en la lectura sentía como una sensación de paz y certeza me iba invadiendo. Una sensación mucho más poderosa que la que te puede causar cualquier libro de autoayuda escrito precisamente para que te flipes y pienses qué guay es el mundo, qué guay eres tú y cómo te mereces todas las riquezas de este mundo por ello.
Es un libro poderoso, que te presenta una disciplina filosófica más poderosa todavía, el estoicismo. Poderosa por su simplicidad, su conexión a las necesidades del mundo real (está muy alejada de intelectualidades vanas típicas de filosofías gafapastas pedantes) y su capacidad de hacer replantearte tu forma de relacionarte contigo mismo y con lo que te rodea.
Una de las claves que repite Marco Aurelio un puñado de veces en el libro es que el mundo es muy impredecible, que nuestra vida es muy, pero que muy cortita y que la fuente de nuestra insatisfacción se encuentra en nuestra dependencia impulsiva de nuestros sentidos y nuestros sentimientos.
Podrías pensar que son una panda de negativos, rayando el existencialismo por aquello de que nuestras vidas son muy cortas y no somos nadie. Pero no es así. El estoicismo no consiste en darte collejas o pasarte la vida predicando todo lo malo que hay por ahí. Lo que plantea es una forma de convertir todas las emociones negativas, todo lo que nos drena y nos deja fuera de combate, en una sensación de calma y perspectiva.
Esto, llevado al tema del que hablo en el blog, me ha abierto una perspectiva completamente nueva. En definitiva, todo lo que buscan los estoicos es un tipo de independencia mayor a la que he estado hablando en todas las entradas (meramente económica). Es la independencia de ti mismo respecto a tus sentimientos y emociones. Es ser capaz de sobreponerte a todo lo negativo, a lo que nos arrastra y poder vivir una vida significativa en el periodo de tiempo tan corto que nos han dado.
Si te entristeces con algo externo, no es eso lo que te apesadumbra, sino tu dictamen sobre eso. Está en tu mano eliminarlo ya. Si te entristece algo de tu constitución, ¿quién te impide rectificar esa creencia?. Lo mismo, si te entristece no realizar una cosa determinada que te parece sana, ¿por qué no realizas más, mejor que entristecerte? “Sí, pero se interpone algo que es más fuerte.” Entonces, no te entristezcas porque no depende de ti la causa de que no se realice.”
Olvídate de todas las mierdas que asaltan tus pensamientos, tanto pasadas como futuras. Céntrate en lo que tienes delante, en el obstáculo a derribar, y no lo hagas más grande de lo que ya de por si es. Aprende a adaptarte, a encontrar el ángulo a través del cual eliminar el problema y seguir avanzando siguiendo tu “principio rector” (me flipa ese concepto, que viene a decir que sigas lo que sientas que es natural a ti mismo).
También es independizarte de las opiniones de los demás sobre ti. Del estar todo el día pensando sobre qué estarán pensando los demás de tus acciones. Porque eres consciente de que actúas según tus propios principios, principios que tú mismo te marcas, pero que están muy relacionados con la búsqueda incondicional de ayudar a los que te rodean, sin esperar nada a cambio. Como bien me dijo el otro día Homo Minimus por Twitter: “Añadir valor a otros seres humanos: la clave para la independencia y la interdependencia“.
Al final, es desarrollar la fortaleza suficiente para poder aguantar y perserverar ante los golpes de la vida, los ataques de los otros y seguir la senda que nos hemos marcado.
El arte de vivir es más parecido al de la lucha que al de la danza en la medida que, ante lo que le cae a uno de improviso, hay que mantenerse preparado y sin caerse.
Ahora me doy cuenta, tras revisar todo esto, que nada de lo que escriba puede hacer justicia a lo que he obtenido leyendo las Meditaciones. Ahora entiendo por qué Ryan Holiday hablaba tanto del tema. También entiendo el verdadero poder que tiene una filosofía tan sencilla como el estoicismo. Y la verdad, si de todos los libros que recomiendo tienes que quedarte con uno, a día de hoy te diría que sin duda te quedes con este. Que te quedes con él y lo leas lentamente, saboreando cada pequeña pieza de sabiduría. Te hará más grande y duro, más resistente contra las dificultades que nos vienen de fuera en nuestro camino.
Si has visto verdaderamente dónde está el asunto deja a un lado qué se opinará de ti. Que te sea suficiente si, en lo que te resta de vida, vives precisamente como quiere tu naturaleza que lo hagas. Reflexiona, por tanto, sobre qué quiere y que nada más te distraiga, porque ya lo has intentado y después de muchos desacarríos nunca hallaste el vivir bien: ni en los razonamientos lógicos, ni en la riqueza, ni en la fama, ni en el disfrute, nada en absoluto. ¿Dónde está, pues? En hacer lo que persigue la naturaleza del hombre. ¿Cómo lo harás? Si tienes convicciones desde las que iniciar tus impulsos y tus acciones.”
Photo by: puntos de vista